6 de abril de 2024
Tozal de levante, Vía Amanecer.
Tras el exitoso viaje a Marruecos, nos hemos venido arriba, y mientras viajamos de regreso a casa el domingo anterior, José Manuel y yo, comentamos de quedar para escalar el próximo fin de semana. Como se nos ha dado tan bien en el Todra, nos planteamos hacer la Amanecer en el Tozal de Levante. Ambos la tenemos pendiente y en lista de proyectos desde hace mucho tiempo.
Pasamos la semana de vuelta a la rutina cotidiana, con algunas secuelas de estos días fanáticos, además de brillo renovado en los ojos, dolores varios en diversas articulaciones que no acaban de desaparecen y mantienen la sensación de carga, sobre todo en brazos y dedos.
El viernes, ya, más relajados, contactamos, aunque ya no tan efusivos, y más bien, bajo la presión de un “cagón el último”, mantenemos la propuesta ir al Tozal de Levante, para hacer la vía “Amanecer”, y así quedamos para el día siguiente.
A las 8:30 estamos en el aparcamiento del Ponoig. Está bastante vacío, escalando sólo llegamos a ver a 2 cordadas en la vía “Cocidito”. Llegando al Tozal, vemos otra cordada en la vía de “los Gómez”, una pareja que acaban de iniciar el 3er largo de esta vía. Llegamos a pie de vía pasadas las 9, mientras vamos intentando reconocer las diversas vías trazadas en esta imponente pared. No llevamos prisa, nos tomamos nuestro tiempo, preparando cuerdas, material, … mirando a la pareja que están haciendo ahora el 1er largo de artificial, …. Hace mucho calor, el ambiente está saturado de humedad, una calina espesa que apenas deja ver las montañas de alrededor, el sol “pica” con brumoso agobio, no corre ni una pizca de aire. Antes de empezar ya estamos empapados en sudor, la boca pastosa antes de empezar a escalar, y pinta que será la tónica del día, y no motiva nada. Nos animamos hablando de los días pasados con la boca crujiente de arena y los labios cuarteados por el seco viento en el Todra, como diciendo: -venga, si esto no es “ná”. Llevamos 2 litros de agua y aquí vemos el mar, que por lo menos refresca la vista.
Vía Amanecer, 6b+/A2, 310m.
1er y 2º largo, 4º y 6a/A2e, Total 50m.
Unos cordinos más que floridos, hasta con el alma despeluchada, indican el siguiente tramo. Para llegar a ellos, ya hay que ponerse serio y empezar a escalar fino, pisando el cruiente coralillo y con algunas pequeñas y romas ñapas para llegar al primer puente de roca.
José Manuel, va reforzando los pasos, metiendo seguros donde buenamente puede, los cordinos no ofrecen ninguna garantía de aguantar, José Manuel, se lo toma con filosofía, haciendo cálculo del peso soportado por hilo elevado a la potencia partido por el filo del canto más los crujidos del resto y sin comas, hasta que llega al primer bolt y suelta el aire, ya sin saliva, ¡¡¡buffff, como esté todo así!!!
Continúa por el muro, ya con algún seguro bueno por debajo, más tranquilo, aunque con seguros intermedios que además de distantes, algunos siguen dando mucha risa de esa que te deja los ojos extraviados, los clavos y buriles (tornillos remachados) en su mayoría, están fusionados en la roca por el óxido, por suerte, algún seguro hay bueno de cuando se restauró esta vía en el 2005.
Llevamos una antena, que en algún caso viene bien para llegar al siguiente seguro sin tener que forzar bastante más allá del límite de carga de donde estamos colgados, y evitarnos así una traca de sustos. Damos por hecho que alguno de ellos nos petará, y la antena será imprescindible si queremos salir por arriba. En esta tesitura, llega a la reunión, cómoda y equipada con bolts.
Cuando subo yo, paro y añado un nuevo cordino al que está peor, tampoco llevamos muchos para cambiarlos todos, no lo habíamos pensado, si no, habríamos traído trozos para renovar todo lo que pudiésemos.
Le tiro al artificial en A0, de vez en cuando cojo algo de la roca para poder llegar a la siguiente cinta, pero al final paso sin sacar los estribos.
Mientras, en los Gómez, la chica ya casi ha acabado el tramo de la gatera:
2º y 3er largo, 6a y 6b+/A0, Total 50m.
Continúo yo, saliendo hacia la izquierda, veo algún cordino del mismo palo que los demás, algún clavito fusionado disimulado en la placa de coliflores por la que voy navegando. Resulta bastante evidente, ya que veo los cordinos del siguiente largo, pero en la placa, hay que navegar buscando lo que no sea más de 6a/, es más fácil embarcarse de lo que parece.
Llego a una repisa que secciona horizontalmente la continuidad de la lisa placa de coles, me salto la reunión y sigo subiendo hacia una gruesa y medio seca sabina. Encima empieza otra sección de muro bastante desplomado, aquí sobre un contrafuerte de adosadas y volanderas lajas a las que me dirijo por su izquierda, empezando con un desplome de buenos cantos hasta el 2º clavo, después cantos muy pequeños, planos que hay que leer muy bien para poder moverse. El siguiente paso da mucha impresión, con el chicleo de la cuerda parece que voy a acabar pinchado en las gruesas y secas ramas de la sabina que tengo debajo, al final acero y me cuelgo en un oxidado tornillo remachado, disimulando para que no se de cuenta. Cuando chapo el bolt que tengo encima me vuelvo a colgar y recobro el pulso normal antes de seguir, por la fisura de la sonora y cuarteada laja adosada, hasta que llego a la siguiente reunión, bajo el primer gran techo.
Apenas puedo gritar, “¡geunón!”, con el calor sofocante tengo la boca como un estropajo, sin saliva, apenas puedo hablar y mucho menos pronunciar las consonantes.
Cuando llega José Manuel, bebemos agua apurando casi la mitad del suministro, cambiamos impresiones, está claro que aquí si te caes, a no ser que tengas algo “nuevo” por debajo o hayas colocado una pieza decente, el saque va a ser astral y meteórico.
4º largo, A2-6a, 30m.
A la salida del techo lo pierdo de vista, aunque lo oigo de vez en cuando, cada vez más inteligible, haciendo alguna graciosa observación. Hasta que tras un ratito de pausa, lo oigo balbucear algo así como: -“¡gunón!”.
Después subo yo, tirando de brazo paso los primeros seguros antes del techo, me veo bien y sigo la marcheta, tocando algún canto y tirando de brazo paso el techo en A0.
5º largo, A2-6b, 40m.
Los seguros de la travesía, son puentes de roca con cordinos despeluchados, no paro a reforzar, aunque veo puntos donde se podría poner algún buen seguro flotante, llego al primer tornillo con chapa, con un paso muy aéreo para salir a la derecha del final de la vira.
A partir de aquí, sigo en A0, con calma y tomándomelo con tranquilidad, voy alcanzando los seguros a brazadas, y donde no llego, apuro lo que puedo y con la antena chapo alguno, aunque la antena se ha partido por la mitad y se ha reducido mucho su alcance, casi al de una tramposa.
Al final del gran desplome, sale a una placa, aquí los seguros fijos distan bastante. Continúo con varios gancheos en gotas de agua, uno de ellos es tan bueno que dejo la uña encajada como seguro de protección.
Por arriba, la placa se planta más y desploma de nuevo, hay que ir alternando pasos en libre bastante finos con A0 por lo menos para recobrar el aliento. Los pasos finales ya salen en libre bastante duro, asegurado con puentes de roca con algún cordino renovado y algún micro, y los últimos metros ya en placa fácil hasta una buena repisa donde está la reunión. Desde aquí, casi podemos ver el final de la pared, aun quedan zonas muy verticales y ligeramente desplomadas, pero prácticamente ya estamos fuera del meollo.
6º largo, 6b, 25m.
7º largo, 6b, 40m.
Por encima de nosotros, tenemos una fisura semi-ciega con 2 clavos muy distantes, invita a seguir por ahí, pero tras consultar el croquis, vemos que este tramo es de otra vía y la nuestra sale a derecha totalmente en travesía.
Sigo yo, en travesía a la derecha, paso un seudo diedro bajo la fisura de los clavos y entro a la vertical placa de la derecha. Localizo un bolt muy alto y tras pasarlo, vuelvo a localizar un clavo en diagonal a la derecha. Con pasos muy finos de placa sobre regletas de concreciones de pedernal y gotas de agua, llego al clavo, y vuelvo a localizar otro clavo totalmente en travesía a derecha. Sigo en la misma tesitura, de pasos muy finos de placa que hay que ir leyendo muy bien para no complicarse la vida.
Paso el clavo, y sigo por lo más evidente en diagonal a derecha hasta que la placa desploma ligeramente, localizo un alambre que sobresale de un agujero, lo chapo y sigo a la derecha, intuyo canto arriba, pero para llegar tengo un paso que me implica un dinámico y sobre un alambre no tengo muchas ganas de volar. Retrocedo y sobre el alambre puedo meter un totem negro, pero acabo frito en el forcejeo y acabo colgado del alambre con los dedos muy doloridos de tanta ñapa. Mientras descansaba colgado del alambre, evitando mirar este, he visto una concreción clave para puntear y salir de aquí, tomo aire y repito el paso de salida de la placa, llegando al canto, que efectivamente, es muy bueno. Este tramo de pared está lleno de vetas horizontales y concreciones de pedernal, de las que hay que cogerse para progresar. De aquí en adelante, sigue la placa aun vertical pero con más canto, hasta que empieza a tumbarse poco antes de llegar a la vira final bajo el último desplomado muro naranja, donde está la reunión, con un bolt y un puente de roca.
Cuando sube José Manuel cambiamos impresiones, nos ha parecido este último largo tan duro como el anterior y opinamos que ambos son 6b.
Ya tenemos los brazos y los pies para el arrastre.
Ensamble andando por la vira del vivac del fuego 20m.
8º largo, 5+, 55m.
José Manuel, llega a una reunión de puentes de roca y decide continuar para arriba por un muro vertical de grandes y abundante canto, por arriba localiza un clavo. La roca es como un lapiaz vertical de afilados bordes y muchos agujeros horizontales, escalada de placer convertida en tortura por el dolor de pies. Mientras sube, aun se lleva un susto de última hora, se le rompe una de estas afiladas lajas y al vuelo logra cogerse sin llegar a caer.
Una vez arriba, nos bebemos el último trago de agua que reservábamos, aunque ahora está medio nublado y hace mejor temperatura, durante la escalada el calor y la sed, han sido un suplicio, hemos acabado deshidratados, el cuerpo se nos ha puesto en modo bar. Nos ponemos las zapatillas por fin, para nuestros doloridos pies, coincidimos en que nos deben haber crecido las uñas desde el anterior fin de semana pues tanto dolor no es normal, entonces, no padecimos ni un ápice en comparación con la tortura de los últimos metros de la escalada de hoy.
Tras recoger cuerdas, cruzamos en diagonal para bajar la ladera hasta el barranco entre el Tozal y la Torre de Enmedio, para localizar los rápeles de descenso a pie de pared, donde hemos dejado una mochila.
Localizamos el primer rápel a la izquierda del barranco mirando al valle, este es de unos 15- 20 metros hasta una primera gran repisa, donde en su extremo izquierdo (mirando al valle), ya en pared, se localiza el siguiente rápel de 60 metros apurados hasta el suelo.
Recogemos cuerdas, vamos por las mochilas, muy cansados, la boca hecha una pasta, aun así, bajo los efectos de la adrenalina y con la consiguiente boba expresión de felicidad, bajamos sin para de hablar de futuros proyectos, cerveza, escaladas, más cerveza, otra vez cerveza y así hasta que llegamos al coche y nos vamos al “ensueño” a beber cerveza y tomarnos un buen refrigerio para restablecer las lorzas que hoy se nos han quedado en apenas una riñonera de turista.
Vía muy recomendable, espectacular y excepcional escalada, magnífica vía, mi más sincera admiración y enhorabuena a sus prolíficos y grandes aperturistas, Mariano Lozano y Sevi.
El reequipamiento de 2005, nos parece ya obsoleto, hemos cambiado algún cordino, pero en cualquier momento petará algún otro o cualquier clavo o tornillo de la época de apertura, nosotros para prever el eventual susto y poder seguir, y salir por arriba, llevamos una antena, aunque se nos rompió al poco de empezar, pero nos vino bien en algunos pasos.
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