09 octubre, 2022

Barranco de Trevélez - Sierra Nevada - Granada

 9 de octubre de 2022

Barranco de Trevélez (desde el puente de palos)

Desde la salida a Galayos este verano, una anodina salida a la Graja y una esporádica y salvaje visita a la oeste del Puig Campana, el ritmo de escalada que llevamos José Manuel y yo, es muy irregular y con amplios vacíos de inactividad  entre estas eventuales aventuras, donde con suerte hemos podido salir a a hacer algo de escalada deportiva.

¿Un barranco?, ¿y que pinta aquí un barranco?

Dos fines de semana atrás, un domingo, habíamos quedado para hacer "algo", por pasar la mañana y quemar el tocinillo que se vuelve a acumular tras una breve parada. Cómo la meteo prevista para ese día está pasada por agua, decidimos ir a escalar deportiva a Peña Rubia, con idea de poco trayecto y no tener mucha aproximación, con vistas a retirarnos bajo el chaparrón. José Manuel, queda con Alex (compañero de Elda).

De camino, surge la novedad de visitar un sector inédito que nos pilla al paso y que aparentemente tampoco implica mucha aproximación, y nos vamos al Rincón de la Huesa, en la vertiente oeste del alto de peña Rubia o pico del Fraile.

José conoce algo el lugar de tiempo ha, aunque es un inacabado sector con alguna polémica privativa donde no hay muchas vías y estas son bastante potentes, pero recuerda algunas más asequibles para pasar la mañana.

Desde el aparcamiento, poco antes del fin del camino en una casa particular, las paredes más próximas ya implican una aproximación algo más larga y empinada que la de Peña Rubia, pero ya estamos aquí y vamos a inspeccionar el sector. 

Llegamos a pie de pared y localizamos varias líneas de parabolts, la mayoría fuera de nuestro presupuesto, con lo que continuamos inspeccionando y vamos recorriendo la pared hacia la izquierda por los enmarañados vericuetos. De tanto en tanto, nos cae alguna gota de agua, pero sin llegar a  arrancar cómo lluvia que nos escuse para retirarnos. Así que continuamos inspeccionando toda la pared. Aunque desde la autovía se ve una sugerente pared con mucho potencial, vemos, "in situ", que no hay una verdadera continuidad y que los trazados factibles no son muy largos, rebasando apenas los 15 metros de altura en el mejor de los casos. 

Lo que más llama la atención en este pequeño valle semicircular, es una placa que hay al fondo a la izquierda, tras recorrer todo el murete del lado derecho, decidimos continuar y acercarnos a ver esta placa.

Voy delante, y tras pasar entre un grupo de altas y espigadas  matas de esparto, me veo una colorida y gorda araña andando por mi antebrazo, con un convulso gesto, entre espasmódicos saltos acompañados de irreproducibles sonidos, me la quito de encima y me quedo balbuceando recuperándome de la taquicardia del susto. Era una argiope lobata, bastante crecidita, no me consta que sean peligrosas, pero por si acaso, les tengo bastante respeto. Inevitablemente, surgen las bromas y chanzas de mis compañeros sobre mis ridículas maniobras de karateca en pánico. A los 2 minutos de continuar tras volver a la calma, con la cara, me vuelvo a llevar otra tela con su correspondiente araña delante de mi nariz, más gorda aún si cabe, esta vez doy un bote hacia atras cómo un muelle, mientras me doy manotazos y acabo sentado en un matorral, ascultándome presa del pánico. Me hago el remolón y dejo que pasen ellos delante, hasta que llegamos entre bromas a la llamativa placa de la izquierda. Por momentos cae una fina llovizna, en la placa sólo hay una vía equipada. Tras un buen rato de cháchara y risas, convenimos en que no son horas para sacar cuerda para que se moje y decidimos irnos a almorzar. Dejo que pasen ellos primero, y va Alex en cabeza, vamos conversando y entre tanto sale a colación lo de la afición y dedicación de Alex al barranquismo, con esto, surge la propuesta y recomendación de Alex de hacer el barranco de Trevélez. llegamos hasta la parte baja de monte y bordeamos los bancales de almendros. Por un momento paso yo delante y en seguida me tropiezo con otra tela de araña con su correspondiente dueña esperándome. Esta vez la he visto a tiempo y lo más cerca que la he tenido ha sido a un metro. Nos vamos a la colonia de Santa Eulalia y una vez en el bar, Alex termina de convencernos para realizar este barranco, haciendo alusión a lo espectacular que es.


Fotos de Alex

El barranco Trevélez


Croquis de http://faecanyon.blogspot.com/




El miércoles 5 de octubre, José me comenta que ha hablado con Alex que propone ir este fin de semana al barranco de Trevélez. Le confirmo que si que voy y quedamos para escalar el sábado por la mañana en Cabreras, para hacer un par de vías y volver pronto a casa a comer y salir por la tarde para Granada. Cuando puedo voy recabando información sobre el barranco para hacerme una idea de equipamiento y material necesario y de las maniobras mas relevantes implícitas y puntos más conflictivos del barranco. Tras leer varias entradas en la web, empiezo a acojonarme, al parecer tiene un tétrico historial. Ni José Manuel ni yo somos aficionados al barranquismo, ambos, de secano, más de espacios abiertos que confinados, hemos hecho algunos barrancos, en mi caso con muy poca variedad y de limitada experiencia acuática en varias repeticiones del barranco del Infierno en la Vall d' Ebo/Laguar con muy escaso caudal, por lo que mi experiencia no es mucha, lo único que tenemos a favor es que ambos controlamos las maniobras básicas y estamos muy familiarizados con la inquietud de la incertidumbre y el suspense de la navegación en pared haciendo vía clásica, y aunque si que tenemos miedo, lo negociamos con otras aptitudes y nos suele dar un resultado aceptable. Y por supuesto, nos da cierta confianza el saber que Alex ha realizado este barranco numerosas veces y en condiciones bastante más adversas que las actuales, aparte del impresionante curriculum que tiene en otros complejos y espectaculares barrancos. Según el informe hidrográfico, del que se indica la última actualización y de que esta puede  no ser precisa, el último caudal medido ronda los 0,3m. de media, aunque yo no se si esto es mucho o poco para este barranco.

José Manuel y yo no tenemos equipo específico de barrancos, así que él va con parte del mismo prestado y yo llevo mi neopreno de 2mm. para buceo con esnorquel, y  que complemento con una camiseta técnica de buceo y unas Boreal Bulnes de hace 20 años con poco uso en el monte por su rigidez y peso, pero que aún no tienen mal aspecto y me sabe mal retirar. Al final, revisado por Alex, que trae el resto del equipo, da el visto bueno en general y nos proporciona arnéses de barrancos y los complementos restantes para poder pasar un picnic a remojo sin temblar mucho de frío.

LLegamos al cortijo del Duque a las 01:00 aproximadamente, y Alex y José Manuel pernoctan en la furgoneta,. Yo para evitar el desalojo y la interrupción en mi serenata en do mayor para viento y tambor con bombos, pitos y platillos, paso la noche bajo las estrellas y la reluciente luna llena que ilumina el paisaje me desvela entre pitido y estertor. Con lo que unido a una constante lucha entre la sauna del interior del saco y unos abundantes y ávidos mosquitos, me hacen pasar una noche en duermevela nada reponedora, pero que anima a una acelerada maitinada en la que no necesito de estiramientos para empezar la actividad.

Desayunamos mientras organizamos el equipo, muy básico en comparación con el de escalada en tapia, compuesto de 2 ochos por persona, 2 cabos de anclaje regulables con Ropeman, Duck, y en mi caso con una placa Slide, cintas varias y varios mosquetones de seguridad HMS, algúnos maillones, navaja, 1 cuerda de 60m. y 2 de 30m, una de ellas con un una flor que más parece un florido matorral, pero que supuestamente no usaremos.  Empezamos a caminar sobre las 10:00. Cómo no hemos previsto ropa para la aproximación y dado que hace calor, vamos los 3 en calzoncillos intentando no perder la compostura deportiva. 

Empezamos descendiendo un poco por la pista de acceso al aparcamiento, para evitar las fincas privadas y por debajo cruzar la vega ribereña en dirección Este, hasta un escondido puentecito que cruza el río a la otra ribera por la que ascendemos por el GR 7, en diagonal por la empinada ladera de matorral bajo y esparto, surcado de innumerables vericuetos hasta el collado. Desde aquí ya vemos la imponente depresión del barranco. Tras pasar por una puerta metálica abierta, comenzamos el descenso por la escarpada vertierte opuesta en dirección al desaparecido puente de palos que comunicaba ambas riberas del barranco, del que ya podemos ver algún encañonado y fragoso tramo con el peculiar colorido que toman estas aguas en su lóbrego  discurrir por las profundidades disolviendo las filitas y el pulimentando esquisto y la bandeada cuarcita. En algún croquis del barranco, he visto que aluden a su composición como gneis, pero yo no he visto nada de gneis en todo el recorrido, y lo que predomina es la micaesquisto bandeada de cuarcita.

Vulgarmente a este rio, y también al barranco, se le llama el de la "fanta", nombre ridículo y muy falto de imaginación, para aludir al tono anaranjado de sus aguas férruginosas. Mientras hacemos el recorrido de aproximación, vamos caminando ladera arriba sobre un arenoso limo de incipientes badlands en las empinadas vaguadas, con variedad de cantos de micaesquistos de diverso colorido, arriba en el paso del collado afloran en crespones somitales en roquedos lajosos muy fracturados, que cuando descendemos hacia el tajo del barranco muestran su escalonada y oblicua disposición, cabalgando estrato sobre estrato en ascenso desde el sur, hacia las cumbres del cordal del Mulhacén - Alcazaba. Estos estratos tallados por el rio Trevélez se desploman sobre éste, formando un tremendo paredón de diversa disposición, apariencia y solidez  según su composión estratigráfica, dando lugar las capas más duras de entre las filitas, mica, esquisto y cuarcita, a un bandeado y colorido desfiladero de oníricas paredes carcavadas con innumerables y pulimentadas pozas, marmitas, bañeras y tubos, que apenas se separan un par de metros en un pasillo abovedado que  llega a sobrepasar los 100 metros hasta los bordes donde podemos ver el cielo, en muchos tramos del barranco, con varios y enormes bloques empotrados entre los muros que dan pie a multitud de saltos y cascadas, y en algunos casos a suspendidos puentes entre ambas riberas.

Llegamos caminando hasta el borde del congosto, al punto donde se hallaba el puente de palo (eran unos simples palos apoyados en ambas paredes del barranco), tras un rato de búsqueda de la cabecera de descenso al lecho del barranco, que al parecer ha sido cambiada desde la última vez que Alex estuvo aquí (ahora, hay que descender un poco más entre la vegetación por un exiguo y delicado sendero que bordea unos bloques). Alex aprovecha para darnos algunas indicaciones y repasar por encima algunas maniobras, mientras nos equipamos "tranquilamente" y ensacamos cuerdas y preparamos el material. Yo, personalmente, escucho de fondo el fragoroso abismo y no puedo evitar mirar y buscar donde ratonear para salir de aquí por las paredes imposibles que nos rodean hasta donde se dejan ver, a decir verdad, no estoy nervioso, soy un único nervio que aparenta el aplomo de un incontinente en un ascensor. 

Desde la nueva cabecera de anclajes químicos con argolla, se rapela unos 20 metros hasta un pasamanos sobre un lateral del estrecho canal entre pozas, por el que discurre con mucha fuerza el agua ocre que oculta todo lo que está sumergido a más de 10 cm. de profundidad. Bajo primero y me sigue José Manuel, cierra el grupo Alex, que se encarga de ir montando las cabeceras desembragables y controlar nuestra recepción y salida de los rebufos y cascadas.

No hacemos el primer rapel. Iniciamos el chapoteo, destrepando metiendo las piernas lo justo en esta primera tobera y pasando en oposición hasta donde se abre en una poza donde el propio chorro de agua nos acaba propulsando. Este primer contacto me pone cómo si estuviera escalando en un tramo expo y difícil y no puedo evitar atragantarme para salir de la poza, pataleando y braceando cómo un bestia, entre trago y trago de agua rica en hierro, hasta que caigo en la cuenta de que con el neopreno y la mochila floto (aunque poco para mi gusto) y sólo tengo que salir del chorro y dejarme llevar, para entonces ya voy jadeando, escorado cómo un bote medio lleno de agua y con un regusto de tuercas oxidadas en la boca. Que primera impresión, aunque ha sido más fuerte la sensación de estar haciendo el ridículo que el pánico.



Tras este primer chapuzón pasamos medio trepando y por pasamanos por un lateral con un ligero abombe, estiro la pierna para hacer pie al otro lado y cuando me impulso para pasar, el pie sigue su marcha autónoma y me pego un sonoro costalazo que me deja tendido en el borde cómo una veraniega foca, mientras mis compañeros me miran con cara preocupada hasta que me levanto y explico la caída, lo que da lugar a un rato de risas por su parte. Ciertamente la roca parece puro jabón y las botas que llevo no ayudan nada, parecen patines. Me da la sensación de estar muy torpe, no se si por la mochila, que pesa lo suyo, o es que no acabo de entrar en ambiente, al final, José Manuel insiste y me coje la mochila. Esto me hace sentir más ágil y también más pardillo, así que procuro no caer mientras me miran y hacer las cosas bien y poco a poco voy entrando en ambiente. LLevamos 2 sacas de barrancos, una la lleva siempre Alex, y la otra, con cuerdas de reserva y otros bartulos,  nos la vamos turnando José Manuel y yo durante el recorrido.





En algunas pozas de poca altura, destrepamos haciendo una brutal oposición que me recuerda una cucaña enjabonada pero en vez de subir por el palo, es de descender por un tubo, mientras el chorro de agua nos arrasta el culo que intentamos empotrar o mantener firme a base de lumbares en oposición y contorsiones de tronco y cadera en los chorros. Sólo en una poza saltamos directamente al agua, Alex con pirueta y voltereta, José Manuel con un salto de bomba y yo a plomo y cogiéndome la nariz. En algún rápel (sobretodo en el más alto de la primera sección) interesa dar un impulso desde la pared para aterrizar rápido fuera del chorro de la cascada. En algún otro, utilizando la misma técnica, acabé sentado de una culada sobre un bloque oculto a medio metro, por suerte, era plano. Muchas pozas aparentemente se prestan para saltar pero la mayoría esconden crueles pedruscos que cómo mínimo te hacen dar traspiés o rodillazos, esto último acaba arreglándose cuando le coges el ritmo y dominas la técnica de andar cómo un zancudo tembloroso. Si vuelvo a este barranco, pienso traer unas ventosas para probarlas en esta pulida roca.

En esta poza saltamos, aunque en la parte próxima al chorro hay un bloque que llegamos a tocar con el pie, hay que saltar sin clavarnos mucho y hacia el lateral.







Pasamos el primer tramo que a mi parece ya todo el barranco, saliendo a un tramo de cauce abierto de caos de bloques con pequeños resaltes, destrepes y chapoteos. Nos da un poco el sol y se agradece mucho, aunque de momento no hemos pasado frío.

Alex nos indica que tras este tramo de cauce abierto, hemos hecho casi la mitad y que ahora viene lo más interesante del barranco. Aunque por detrás ya hemos dejado algún rápel de cascada en apnea con patada final de impulso y caótico chapuzón de salir torpedo apretando mucho el esfinter y con los huevetes en la garganta a modo de flotadores. Este primer tramo Alex desde su experiencia, hoy lo ve fácil y divertido. A Jose Manuel y a mi, nos ha parecido complejo y de bastante compromiso, y los destrepes difíciles y en general, con bastante exposición a una caída incontrolada con dolorosa culada. Por mi parte, he bebido bastante agua y ya llevo electrolito para 20 años más, creo que hasta tengo el tono del agua. Tengo la sensación de estar en un aqua-parkout para ninjas.



Este barranco es espectacular, las formaciones rocosas de su cauce son oníricas, bandeadas y coloridas en vetas horizontales con venas de cuarcita, sinuosas concavidades y convexidades entre lisas placas, que se alzan desplomadas y ocultan por momentos el cielo. recovecos escondidos y con multitud de pequeñas y chorreantes surgencias estalacmíticas de fango oxidado en sus muros, decoradas de culantrillo, que por arriba, y en algunos puntos, ya antiguas y secas, incustradas y volanderas, aportan una arquitectónica y escultórica decoración de góticas chorreras de travertino que causan la sensación de gárgolas en un templo vivo en continuo salmo mesiánico. Cómo no soy muy profeso de religión, me siento más que un infiel intruso, un monigotico de playmóvil, fuera de lugar en este fastuoso y organizado caos de fracturas y fractales.

Hacemos una breve parada antes de comenzar el siguiente tramo, Alex saca mi cámara que la lleva en su bolsillo del neopreno precintada en una funda estanca, nos enfoca y  no convencido de la limpieza de la lente, sin pensarlo la enjuaga en el agua ante mi pasmada mirada al tiempo que le digo - ¡esa cámara no es impermeable!, me mira con sorpresa y me dice que con la costumbre ni lo ha pensado, mientras sopla para secar la cámara, pero ha entrado agua en la lente y ahora se ve todo borroso, así que se acabaron las fotacas, casi antes de empezar. Por suerte ha sido un acto reflejo y la ha sacado muy rápido. Después, en casa, tras una larga sesión de secador, parece que funciona, aunque las fotos salen con cierto tono óxido, creo que también ha cogido bastante electrolito.



Continuamos con deslizantes destrepes que nos desfiguran el rostro por la impresión del salto final entre el tumulto del agua en las toberas y cascadas, tropezones y golpes con ocultos bloques, acompañados de una  acojonante fiesta de rápeles aéreos y con el agua cayendo encima, algunos desde una volandera pedaleta que usas para poderte mover en el patinoso muro para soltarte y descender. El barranco ha cambiado por secciones desde la ultima vez que Alex estuvo aquí. Vemos antiguos seguros en sitios inverosímiles, alguna cabecera nueva, distante y en medio de la nada, que según Alex, pueden ser de uso reciente para rescate. Con eso y comentarios reiterados a lo largo del barranco, de tipo: -"en esta poza se han ahogado algunos", "en esta otra poza la gente se queda pillada y hay que sacarlos", y otros revitalizantes del estilo, anima mucho y todo el excedente de piel se recoge en las partes íntimas, tersándote la cara  hasta dejarte unos ojazos cómo platos y 3 nueces en la garganta. Hay saltos de agua que ahora han cambiado, en el rápel más alto, se ha hecho un sumidero que antes no estaba y que con un caudal un poco mayor que el de hoy (que según Alex,  no es muy grande), puede convertirse en un serio problema para acceder a la cabecera. Alguna cabecera se ha quedado desplazada, pero Alex va solventando con soltura estas novedades y en las últimas pozas me deja montar las cabeceras a mí. El último rápel, lo destrepamos entre aéreos resaltes por los que nos dejamos deslizar despacito cual tobogán pingüinero procurando hacer pie sin perder los dientes de camino, en el siguiente bloque o saliente para proseguir descendiendo cómo auténticos ninja-nutrios. No obstante y aprovechando donde nadie me mira, de vez en cuando doy un traspiés y acabo a cuatro patas o en el agua directamente. Lo más rídiculo fue un intento salir de una poza para subir a un bloque inmerso en el medio, para desde este  saltar a otro y salir fuera del agua para continuar por un corto tramo de caos de bloques, cuando ya casi estoy arriba muevo un pie para acabar de posicionarme y el otro se me desliza hacia atras, lo que me hace caer en plancha sobre el bloque semisumergido y quedarme con las extremidades colgando en el agua y sobre la barriga, sin poder cogerme ni apoyarme en nada que no patine, hasta que contorsionándo la cadera me deslizo de cabeza al agua cómo un pinguino y salgo por el otro bloque.

Sobre las 16:00 llegamos a la confluencia con el barranco del Poqueira, donde cruzamos a la derecha para ascender por un empinado sendero a la pequeña central eléctrica, la idea es enjuagarnos en la poza del Poqueira para quitarnos el óxido del Trevélez, pero cuando llegamos a la central, Alex dice que hay que descender un poco y saltar a la poza del otro rio. Bajo tras  él unos metros, y cuando veo la vira y la distancia hasta el agua me pongo a dudar y se me quitan las ganas, José Manuel ni lo intenta. Alex sin insistir mucho baja un metro más y salta sin pensarlo dos veces a la gran poza que está a unos 10 metros por debajo, mientras sale hacia la orilla me anima a saltar, claramente sin verme la cara que me ha quedado del pasmo. Le digo que no, que lo esperamos arriba y sube con resignación. Rodeamos por detrás la central y en la pasarela del puente nos quitamos bartulos, plegamos cuerdas y guardamos todo el material y nos quedamos un rato charlando mientras yo me fumo un cigarro.

Desde la central tomamos un aéreo sendero que bordea por la vertiente opuesta y en poco más de 10 minutos estamos en el coche. A las 17:00 aproximadamente llegamos al coche. 

Ha sido una jornada y experiencia intensísima. Yo estoy cansado y algo dolorido de los amerizajes y golpes sobre piedra mojada. Pese a esto, eufórico y muy alegre de haber salido de esta boca de dragón y de estar bajo el sol, aunque haga calor. Alex se ha paseado y se ha divertido mucho viendónos las caras que poníamos en los diversos pasajes y sobretodo al salir del agua tras el chapuzón, con el casco ladeado o sobre los ojos, estos cómo platos, hiperventilando con el gesto del que pregunta con pánico mientras corre, que donde está el toro.

Hambrientos nos vamos a buscar un bar a Órgiva, tras varios infructuosos intentos acabamos en el camping, donde lo más que nos ofrecen es servirnos unas cervezas y frutos secos que por confusión y a granel acaban hechándonos en un gran bidón con idea de José Manuel de ir comiendo en el trayecto, tras una breve discusión, para disfrutar la cerveza a gusto, acabamos sentados en la terraza y nos acabamos el kilo de garbanzos secos y quicos que no hacen más que abrir el apetito y darnos más sed. Continuamos de regreso hasta que pasado Peligros (el pueblo) nos salimos de la autovía y paramos en el restaurante "La Cueva", donde nos damos un homenaje de buena mesa arrepentidos de habernos inflado de frutos secos.

Muy buena actividad y muy agradecido por haber sido invitado y parcipar en la misma. Gracias Alex por llevarnos a este impresionante barranco, y José Manuel, por este gran día de sustos, impresiones y risas, que ha sido un placer compartir con vosotros y una gran experiencia. ¡¡Gracias Titanes!!