2022 - 12 - 31
Vía. Adoradores de Baal, 6a+, 180m.
1ª por Mavil Marín y Pilar Fernández (03-2004)
2022 - 12 - 31
Vía. Adoradores de Baal, 6a+, 180m.
1ª por Mavil Marín y Pilar Fernández (03-2004)
2022 - 12 - 24
De nuevo, vamos a esta bonita vía que surca de izquierda a derecha, toda la famosa pared Negra de orihuela.
Esta vez, vamos Elías,Joaquín y yo.
habíamos quedado para hacer las Botris de Redován, pero hay 5 cordadas repartidas entre las 2 y aíun sube alguna más hacia la vía, así que tras un breve intercambio de opiniones, decicimos hacer esta bonita y larga vía de la pared Negra.
No voy a describir nuevamente la vía, comentar que fue una mañana excelente, donde disfrutamos de la gran adherencia de esta roca y recordamos con alegría el día que la abrimos Elías y yo.
Pongo unas fotos de esta jornada:
2022 - 11 - 19
Combinación de vías en el Puig Divino
Vía: Notario - Maldonado, P. J. Notario y J. Maldonado en octubre de 1971, (parte inferior), 6a, 235m.
Vía: Amor de odio, X. Cullell, X. Sarraté y A. Ballart en enero de 1989, (parte superior), 6a+, 200m.
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J. Manuel en el inicio del 2ºlargo, la opción más segura es continuar por las fisuras de la izquierda |
2022-11-05
Echamos a suerte quien empieza y me toca a mi.
1er largo: 4+, 55m. Subo buscando los viejos cordinos que lazan algunos puentes de roca. la roca es buena es general, con páños compactos y menos matujera de lo que aparenta. Asciendo hasta el final de este pequeño contrafuerte, montando la reunión al pie de unas pantadas placas.
2º largo. 6b, 50m. Sigue José, con ligera tendencia hacia un tramo de fisura ciega muy plantada, donde se concentra la dificultad de este largo. Hay algunos seguros fijos, pero entre ellos, bastante tramo donde hay que moverse encajando algún flotante para asegurar los pasos. Termina este largo en zona de bloques sobre un seudo espolón.
3º largo. Sigo yo, por este tramo de transición con algún paso de 3+, y mucha campa tractorando entre bloques y matojos, hasta la placa a la izquierda de una picada y algún rastro de seguro de las Placas solares, veremos otra picada de nuestra vía, y por encima algún cordino.
Las vistas son espectaculares, hacemos una corta parada y aprovechamos pra beber y tomar algo admiranto el fastuoso paisaje.
Inicio el largo, 4+, 30m. Continúo recto por fisurada placa fácil, por arriba, con ligera tendencia a izquierda, pasando por debajo de un bloque para seguir por la placa de la izquierda, donde encuentro algun cordino lazando puente de roca y poco más arriba sobre una repisa inclinada, la reunión, bajo una placa más compacta.
4º largo, 5º, 45m. Sigue José, recto por la placa, reforzando con friends entre los puentes de roca lazados con cordino que van indicando el trazado hasta llegar a una campa de una amplia vira.
Sigo yo, por la campa de la vira con tendencia al destacado desplome rectangular de la izquierda, tractorando entre resaltes y matojos hasta llegar a la base del desplome tras una corta y fácil trepada, donde se ubica la reunión.
5º y 6º largo, 6b/A0 (6c/) y 3+, 60m. Continúo directo por la placa desplomada, intento los primeros pasos en libre, pero da la impresión de una cída fea sobre la reunión y no me veo fino para jugármela, paso los 2 primeros bolts en A0 hasta llegar a la fisura, por la que sigo y salgo de esta, hacia la derecha. Después unos pasitos finos de placa para entrar en un plantado diedro que dejo casi al final, para pasar con un fino paso, a la placa de la derecha. Continúo por placa fácil con algún pequeño resalte entre bloques, Paso la reunión y continúo por trepada fácil entre resaltes y bloques hasta llegar a otra campa en la siguiente vira.
Después sigo yo por un tramo de transición sobre cresta fácil y otro laaargo tramo de tractoreo hasta el siguiente paño de pared, que se ve evidente a la derecha, y que nos muestra ya el final hasta la cumbre del Divino. Llego al pie del siguiente largo sobre una cómoda y amplia repisa cual bálcón panorámico.
Mientras esmos decidiendo si saltarnos este último largo, ya que estamos frente a la canal de descenso del lado norte de la cima, nos llama Elías. Le comentamos donde estamos y nos anima a hacer este último y picante largo, que nos asegura que es la guinda de esta vía.
Hemos ido tranquilos y lentos, es bastante tarde, casi que ibamos a bajarnos ya, pero a partir de hablar con Elías nos quedamos con la sensación de que si no hacemos este último largo, nos va a quedar el resquemor de no haber terminado la faena.
8º largo, 6b, 50m. Sigo pues, iniciando los primeros pasos por placa que se va plantando con finos pasos y algo expos, hasta llegar a una ceja ciega con escasos puntos donde asegurar. Paso la ceja hacia la derecha, entre brves y efusivas exclamaciones tras cada acrobático paso de equilibrio hacia un brillante bolt que me queda muy a la derecha para tomar una aparentemente salvadora fisura sobre una placa. Despues por esta, mucho más tranquilo y con más posibilidades de asegurar, sigo retozando y rezogando de estos últimos metros de escalada sobre compacta roca, hasta llegar a la zona de bloques que da paso al filo cimero donde se encuentra la reunión.
Acabamos la vía, recogemos rápido y con las últimas luces comenzamos el escarpado descenso. Bajamos al bosquete de carrascas y cruzamos este sin salir de esta canal, seguimos por el lado derecho, buscando la zona más factible y evidente y menos expuesta, encontramos un tramo con cutres e inútiles trozos de cuerda de pasamanos. Despues, volvemos a bajar hacia la izquierda, para cruzar al otro lado de la misma canal, bajando paralelos a esta por su lado izquierdo un buen tramo. Después comienza la aventura de distinguir y encontrar los borrados puntos y derruidos hitos que marcan el laberíntico descenso, al principio siempre con tendencia a izquierda. Tras algunas infructuosas pistas, y algún entuerto, tras deshacer algun tramo de trepada demasiado a la izquierda, continuamos descendiendo por un filo que cuando empieza a plantarse de verdad, hay que destrepar por su lado derecho (mirando al valle), hacia una profunda canal que se intuye a la derecha. Al final algún tramo con bolts, y algunos destrepes, nos sitúan en la angosta canal, por la que descendemos más tranquilos, casi en penumbras, hasta llegar a la altura de la base de las paredes donde ya distinguimos la traza de acceso y la sendea que bordea la pared.
Llegamos al coche a obscuras, ha sido un día tranquilo, donde la sensación de escalada es más bien anecdótica y es más la sensación de aventura (sobre todo en el descenso) lo que prevalece.
Pese a que la vía tiene poca continuidad, con amplios tramos de tractoreo sobre campa y trepadas interminables, los tramos de escalada, son bastante limpios y tienen su encanto y su punto picante de escalada tapiera. La considero una buena vía de toma de contacto con estas impresionantes tapias.
9 de octubre de 2022
Desde la salida a Galayos este verano, una anodina salida a la Graja y una esporádica y salvaje visita a la oeste del Puig Campana, el ritmo de escalada que llevamos José Manuel y yo, es muy irregular y con amplios vacíos de inactividad entre estas eventuales aventuras, donde con suerte hemos podido salir a a hacer algo de escalada deportiva.
¿Un barranco?, ¿y que pinta aquí un barranco?
Dos fines de semana atrás, un domingo, habíamos quedado para hacer "algo", por pasar la mañana y quemar el tocinillo que se vuelve a acumular tras una breve parada. Cómo la meteo prevista para ese día está pasada por agua, decidimos ir a escalar deportiva a Peña Rubia, con idea de poco trayecto y no tener mucha aproximación, con vistas a retirarnos bajo el chaparrón. José Manuel, queda con Alex (compañero de Elda).
De camino, surge la novedad de visitar un sector inédito que nos pilla al paso y que aparentemente tampoco implica mucha aproximación, y nos vamos al Rincón de la Huesa, en la vertiente oeste del alto de peña Rubia o pico del Fraile.
José conoce algo el lugar de tiempo ha, aunque es un inacabado sector con alguna polémica privativa donde no hay muchas vías y estas son bastante potentes, pero recuerda algunas más asequibles para pasar la mañana.
Desde el aparcamiento, poco antes del fin del camino en una casa particular, las paredes más próximas ya implican una aproximación algo más larga y empinada que la de Peña Rubia, pero ya estamos aquí y vamos a inspeccionar el sector.
Llegamos a pie de pared y localizamos varias líneas de parabolts, la mayoría fuera de nuestro presupuesto, con lo que continuamos inspeccionando y vamos recorriendo la pared hacia la izquierda por los enmarañados vericuetos. De tanto en tanto, nos cae alguna gota de agua, pero sin llegar a arrancar cómo lluvia que nos escuse para retirarnos. Así que continuamos inspeccionando toda la pared. Aunque desde la autovía se ve una sugerente pared con mucho potencial, vemos, "in situ", que no hay una verdadera continuidad y que los trazados factibles no son muy largos, rebasando apenas los 15 metros de altura en el mejor de los casos.
Lo que más llama la atención en este pequeño valle semicircular, es una placa que hay al fondo a la izquierda, tras recorrer todo el murete del lado derecho, decidimos continuar y acercarnos a ver esta placa.
Voy delante, y tras pasar entre un grupo de altas y espigadas matas de esparto, me veo una colorida y gorda araña andando por mi antebrazo, con un convulso gesto, entre espasmódicos saltos acompañados de irreproducibles sonidos, me la quito de encima y me quedo balbuceando recuperándome de la taquicardia del susto. Era una argiope lobata, bastante crecidita, no me consta que sean peligrosas, pero por si acaso, les tengo bastante respeto. Inevitablemente, surgen las bromas y chanzas de mis compañeros sobre mis ridículas maniobras de karateca en pánico. A los 2 minutos de continuar tras volver a la calma, con la cara, me vuelvo a llevar otra tela con su correspondiente araña delante de mi nariz, más gorda aún si cabe, esta vez doy un bote hacia atras cómo un muelle, mientras me doy manotazos y acabo sentado en un matorral, ascultándome presa del pánico. Me hago el remolón y dejo que pasen ellos delante, hasta que llegamos entre bromas a la llamativa placa de la izquierda. Por momentos cae una fina llovizna, en la placa sólo hay una vía equipada. Tras un buen rato de cháchara y risas, convenimos en que no son horas para sacar cuerda para que se moje y decidimos irnos a almorzar. Dejo que pasen ellos primero, y va Alex en cabeza, vamos conversando y entre tanto sale a colación lo de la afición y dedicación de Alex al barranquismo, con esto, surge la propuesta y recomendación de Alex de hacer el barranco de Trevélez. llegamos hasta la parte baja de monte y bordeamos los bancales de almendros. Por un momento paso yo delante y en seguida me tropiezo con otra tela de araña con su correspondiente dueña esperándome. Esta vez la he visto a tiempo y lo más cerca que la he tenido ha sido a un metro. Nos vamos a la colonia de Santa Eulalia y una vez en el bar, Alex termina de convencernos para realizar este barranco, haciendo alusión a lo espectacular que es.
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Fotos de Alex |
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Croquis de http://faecanyon.blogspot.com/ |
El miércoles 5 de octubre, José me comenta que ha hablado con Alex que propone ir este fin de semana al barranco de Trevélez. Le confirmo que si que voy y quedamos para escalar el sábado por la mañana en Cabreras, para hacer un par de vías y volver pronto a casa a comer y salir por la tarde para Granada. Cuando puedo voy recabando información sobre el barranco para hacerme una idea de equipamiento y material necesario y de las maniobras mas relevantes implícitas y puntos más conflictivos del barranco. Tras leer varias entradas en la web, empiezo a acojonarme, al parecer tiene un tétrico historial. Ni José Manuel ni yo somos aficionados al barranquismo, ambos, de secano, más de espacios abiertos que confinados, hemos hecho algunos barrancos, en mi caso con muy poca variedad y de limitada experiencia acuática en varias repeticiones del barranco del Infierno en la Vall d' Ebo/Laguar con muy escaso caudal, por lo que mi experiencia no es mucha, lo único que tenemos a favor es que ambos controlamos las maniobras básicas y estamos muy familiarizados con la inquietud de la incertidumbre y el suspense de la navegación en pared haciendo vía clásica, y aunque si que tenemos miedo, lo negociamos con otras aptitudes y nos suele dar un resultado aceptable. Y por supuesto, nos da cierta confianza el saber que Alex ha realizado este barranco numerosas veces y en condiciones bastante más adversas que las actuales, aparte del impresionante curriculum que tiene en otros complejos y espectaculares barrancos. Según el informe hidrográfico, del que se indica la última actualización y de que esta puede no ser precisa, el último caudal medido ronda los 0,3m. de media, aunque yo no se si esto es mucho o poco para este barranco.
José Manuel y yo no tenemos equipo específico de barrancos, así que él va con parte del mismo prestado y yo llevo mi neopreno de 2mm. para buceo con esnorquel, y que complemento con una camiseta técnica de buceo y unas Boreal Bulnes de hace 20 años con poco uso en el monte por su rigidez y peso, pero que aún no tienen mal aspecto y me sabe mal retirar. Al final, revisado por Alex, que trae el resto del equipo, da el visto bueno en general y nos proporciona arnéses de barrancos y los complementos restantes para poder pasar un picnic a remojo sin temblar mucho de frío.
LLegamos al cortijo del Duque a las 01:00 aproximadamente, y Alex y José Manuel pernoctan en la furgoneta,. Yo para evitar el desalojo y la interrupción en mi serenata en do mayor para viento y tambor con bombos, pitos y platillos, paso la noche bajo las estrellas y la reluciente luna llena que ilumina el paisaje me desvela entre pitido y estertor. Con lo que unido a una constante lucha entre la sauna del interior del saco y unos abundantes y ávidos mosquitos, me hacen pasar una noche en duermevela nada reponedora, pero que anima a una acelerada maitinada en la que no necesito de estiramientos para empezar la actividad.
Desayunamos mientras organizamos el equipo, muy básico en comparación con el de escalada en tapia, compuesto de 2 ochos por persona, 2 cabos de anclaje regulables con Ropeman, Duck, y en mi caso con una placa Slide, cintas varias y varios mosquetones de seguridad HMS, algúnos maillones, navaja, 1 cuerda de 60m. y 2 de 30m, una de ellas con un una flor que más parece un florido matorral, pero que supuestamente no usaremos. Empezamos a caminar sobre las 10:00. Cómo no hemos previsto ropa para la aproximación y dado que hace calor, vamos los 3 en calzoncillos intentando no perder la compostura deportiva.
Empezamos descendiendo un poco por la pista de acceso al aparcamiento, para evitar las fincas privadas y por debajo cruzar la vega ribereña en dirección Este, hasta un escondido puentecito que cruza el río a la otra ribera por la que ascendemos por el GR 7, en diagonal por la empinada ladera de matorral bajo y esparto, surcado de innumerables vericuetos hasta el collado. Desde aquí ya vemos la imponente depresión del barranco. Tras pasar por una puerta metálica abierta, comenzamos el descenso por la escarpada vertierte opuesta en dirección al desaparecido puente de palos que comunicaba ambas riberas del barranco, del que ya podemos ver algún encañonado y fragoso tramo con el peculiar colorido que toman estas aguas en su lóbrego discurrir por las profundidades disolviendo las filitas y el pulimentando esquisto y la bandeada cuarcita. En algún croquis del barranco, he visto que aluden a su composición como gneis, pero yo no he visto nada de gneis en todo el recorrido, y lo que predomina es la micaesquisto bandeada de cuarcita.
Vulgarmente a este rio, y también al barranco, se le llama el de la "fanta", nombre ridículo y muy falto de imaginación, para aludir al tono anaranjado de sus aguas férruginosas. Mientras hacemos el recorrido de aproximación, vamos caminando ladera arriba sobre un arenoso limo de incipientes badlands en las empinadas vaguadas, con variedad de cantos de micaesquistos de diverso colorido, arriba en el paso del collado afloran en crespones somitales en roquedos lajosos muy fracturados, que cuando descendemos hacia el tajo del barranco muestran su escalonada y oblicua disposición, cabalgando estrato sobre estrato en ascenso desde el sur, hacia las cumbres del cordal del Mulhacén - Alcazaba. Estos estratos tallados por el rio Trevélez se desploman sobre éste, formando un tremendo paredón de diversa disposición, apariencia y solidez según su composión estratigráfica, dando lugar las capas más duras de entre las filitas, mica, esquisto y cuarcita, a un bandeado y colorido desfiladero de oníricas paredes carcavadas con innumerables y pulimentadas pozas, marmitas, bañeras y tubos, que apenas se separan un par de metros en un pasillo abovedado que llega a sobrepasar los 100 metros hasta los bordes donde podemos ver el cielo, en muchos tramos del barranco, con varios y enormes bloques empotrados entre los muros que dan pie a multitud de saltos y cascadas, y en algunos casos a suspendidos puentes entre ambas riberas.
Llegamos caminando hasta el borde del congosto, al punto donde se hallaba el puente de palo (eran unos simples palos apoyados en ambas paredes del barranco), tras un rato de búsqueda de la cabecera de descenso al lecho del barranco, que al parecer ha sido cambiada desde la última vez que Alex estuvo aquí (ahora, hay que descender un poco más entre la vegetación por un exiguo y delicado sendero que bordea unos bloques). Alex aprovecha para darnos algunas indicaciones y repasar por encima algunas maniobras, mientras nos equipamos "tranquilamente" y ensacamos cuerdas y preparamos el material. Yo, personalmente, escucho de fondo el fragoroso abismo y no puedo evitar mirar y buscar donde ratonear para salir de aquí por las paredes imposibles que nos rodean hasta donde se dejan ver, a decir verdad, no estoy nervioso, soy un único nervio que aparenta el aplomo de un incontinente en un ascensor.
Desde la nueva cabecera de anclajes químicos con argolla, se rapela unos 20 metros hasta un pasamanos sobre un lateral del estrecho canal entre pozas, por el que discurre con mucha fuerza el agua ocre que oculta todo lo que está sumergido a más de 10 cm. de profundidad. Bajo primero y me sigue José Manuel, cierra el grupo Alex, que se encarga de ir montando las cabeceras desembragables y controlar nuestra recepción y salida de los rebufos y cascadas.
No hacemos el primer rapel. Iniciamos el chapoteo, destrepando metiendo las piernas lo justo en esta primera tobera y pasando en oposición hasta donde se abre en una poza donde el propio chorro de agua nos acaba propulsando. Este primer contacto me pone cómo si estuviera escalando en un tramo expo y difícil y no puedo evitar atragantarme para salir de la poza, pataleando y braceando cómo un bestia, entre trago y trago de agua rica en hierro, hasta que caigo en la cuenta de que con el neopreno y la mochila floto (aunque poco para mi gusto) y sólo tengo que salir del chorro y dejarme llevar, para entonces ya voy jadeando, escorado cómo un bote medio lleno de agua y con un regusto de tuercas oxidadas en la boca. Que primera impresión, aunque ha sido más fuerte la sensación de estar haciendo el ridículo que el pánico.
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En esta poza saltamos, aunque en la parte próxima al chorro hay un bloque que llegamos a tocar con el pie, hay que saltar sin clavarnos mucho y hacia el lateral. |
Alex nos indica que tras este tramo de cauce abierto, hemos hecho casi la mitad y que ahora viene lo más interesante del barranco. Aunque por detrás ya hemos dejado algún rápel de cascada en apnea con patada final de impulso y caótico chapuzón de salir torpedo apretando mucho el esfinter y con los huevetes en la garganta a modo de flotadores. Este primer tramo Alex desde su experiencia, hoy lo ve fácil y divertido. A Jose Manuel y a mi, nos ha parecido complejo y de bastante compromiso, y los destrepes difíciles y en general, con bastante exposición a una caída incontrolada con dolorosa culada. Por mi parte, he bebido bastante agua y ya llevo electrolito para 20 años más, creo que hasta tengo el tono del agua. Tengo la sensación de estar en un aqua-parkout para ninjas.
Este barranco es espectacular, las formaciones rocosas de su cauce son oníricas, bandeadas y coloridas en vetas horizontales con venas de cuarcita, sinuosas concavidades y convexidades entre lisas placas, que se alzan desplomadas y ocultan por momentos el cielo. recovecos escondidos y con multitud de pequeñas y chorreantes surgencias estalacmíticas de fango oxidado en sus muros, decoradas de culantrillo, que por arriba, y en algunos puntos, ya antiguas y secas, incustradas y volanderas, aportan una arquitectónica y escultórica decoración de góticas chorreras de travertino que causan la sensación de gárgolas en un templo vivo en continuo salmo mesiánico. Cómo no soy muy profeso de religión, me siento más que un infiel intruso, un monigotico de playmóvil, fuera de lugar en este fastuoso y organizado caos de fracturas y fractales.
Hacemos una breve parada antes de comenzar el siguiente tramo, Alex saca mi cámara que la lleva en su bolsillo del neopreno precintada en una funda estanca, nos enfoca y no convencido de la limpieza de la lente, sin pensarlo la enjuaga en el agua ante mi pasmada mirada al tiempo que le digo - ¡esa cámara no es impermeable!, me mira con sorpresa y me dice que con la costumbre ni lo ha pensado, mientras sopla para secar la cámara, pero ha entrado agua en la lente y ahora se ve todo borroso, así que se acabaron las fotacas, casi antes de empezar. Por suerte ha sido un acto reflejo y la ha sacado muy rápido. Después, en casa, tras una larga sesión de secador, parece que funciona, aunque las fotos salen con cierto tono óxido, creo que también ha cogido bastante electrolito.
Continuamos con deslizantes destrepes que nos desfiguran el rostro por la impresión del salto final entre el tumulto del agua en las toberas y cascadas, tropezones y golpes con ocultos bloques, acompañados de una acojonante fiesta de rápeles aéreos y con el agua cayendo encima, algunos desde una volandera pedaleta que usas para poderte mover en el patinoso muro para soltarte y descender. El barranco ha cambiado por secciones desde la ultima vez que Alex estuvo aquí. Vemos antiguos seguros en sitios inverosímiles, alguna cabecera nueva, distante y en medio de la nada, que según Alex, pueden ser de uso reciente para rescate. Con eso y comentarios reiterados a lo largo del barranco, de tipo: -"en esta poza se han ahogado algunos", "en esta otra poza la gente se queda pillada y hay que sacarlos", y otros revitalizantes del estilo, anima mucho y todo el excedente de piel se recoge en las partes íntimas, tersándote la cara hasta dejarte unos ojazos cómo platos y 3 nueces en la garganta. Hay saltos de agua que ahora han cambiado, en el rápel más alto, se ha hecho un sumidero que antes no estaba y que con un caudal un poco mayor que el de hoy (que según Alex, no es muy grande), puede convertirse en un serio problema para acceder a la cabecera. Alguna cabecera se ha quedado desplazada, pero Alex va solventando con soltura estas novedades y en las últimas pozas me deja montar las cabeceras a mí. El último rápel, lo destrepamos entre aéreos resaltes por los que nos dejamos deslizar despacito cual tobogán pingüinero procurando hacer pie sin perder los dientes de camino, en el siguiente bloque o saliente para proseguir descendiendo cómo auténticos ninja-nutrios. No obstante y aprovechando donde nadie me mira, de vez en cuando doy un traspiés y acabo a cuatro patas o en el agua directamente. Lo más rídiculo fue un intento salir de una poza para subir a un bloque inmerso en el medio, para desde este saltar a otro y salir fuera del agua para continuar por un corto tramo de caos de bloques, cuando ya casi estoy arriba muevo un pie para acabar de posicionarme y el otro se me desliza hacia atras, lo que me hace caer en plancha sobre el bloque semisumergido y quedarme con las extremidades colgando en el agua y sobre la barriga, sin poder cogerme ni apoyarme en nada que no patine, hasta que contorsionándo la cadera me deslizo de cabeza al agua cómo un pinguino y salgo por el otro bloque.
Sobre las 16:00 llegamos a la confluencia con el barranco del Poqueira, donde cruzamos a la derecha para ascender por un empinado sendero a la pequeña central eléctrica, la idea es enjuagarnos en la poza del Poqueira para quitarnos el óxido del Trevélez, pero cuando llegamos a la central, Alex dice que hay que descender un poco y saltar a la poza del otro rio. Bajo tras él unos metros, y cuando veo la vira y la distancia hasta el agua me pongo a dudar y se me quitan las ganas, José Manuel ni lo intenta. Alex sin insistir mucho baja un metro más y salta sin pensarlo dos veces a la gran poza que está a unos 10 metros por debajo, mientras sale hacia la orilla me anima a saltar, claramente sin verme la cara que me ha quedado del pasmo. Le digo que no, que lo esperamos arriba y sube con resignación. Rodeamos por detrás la central y en la pasarela del puente nos quitamos bartulos, plegamos cuerdas y guardamos todo el material y nos quedamos un rato charlando mientras yo me fumo un cigarro.
Desde la central tomamos un aéreo sendero que bordea por la vertiente opuesta y en poco más de 10 minutos estamos en el coche. A las 17:00 aproximadamente llegamos al coche.
Ha sido una jornada y experiencia intensísima. Yo estoy cansado y algo dolorido de los amerizajes y golpes sobre piedra mojada. Pese a esto, eufórico y muy alegre de haber salido de esta boca de dragón y de estar bajo el sol, aunque haga calor. Alex se ha paseado y se ha divertido mucho viendónos las caras que poníamos en los diversos pasajes y sobretodo al salir del agua tras el chapuzón, con el casco ladeado o sobre los ojos, estos cómo platos, hiperventilando con el gesto del que pregunta con pánico mientras corre, que donde está el toro.
Hambrientos nos vamos a buscar un bar a Órgiva, tras varios infructuosos intentos acabamos en el camping, donde lo más que nos ofrecen es servirnos unas cervezas y frutos secos que por confusión y a granel acaban hechándonos en un gran bidón con idea de José Manuel de ir comiendo en el trayecto, tras una breve discusión, para disfrutar la cerveza a gusto, acabamos sentados en la terraza y nos acabamos el kilo de garbanzos secos y quicos que no hacen más que abrir el apetito y darnos más sed. Continuamos de regreso hasta que pasado Peligros (el pueblo) nos salimos de la autovía y paramos en el restaurante "La Cueva", donde nos damos un homenaje de buena mesa arrepentidos de habernos inflado de frutos secos.
Muy buena actividad y muy agradecido por haber sido invitado y parcipar en la misma. Gracias Alex por llevarnos a este impresionante barranco, y José Manuel, por este gran día de sustos, impresiones y risas, que ha sido un placer compartir con vosotros y una gran experiencia. ¡¡Gracias Titanes!!
20 de agosto del 2022
Vía: Matar o Morir, 7a (6b+/A2) 450m.
1er ascenso por: Miguel Ángel Benito, y colaboradores: Estebán, M. Martínez, Roque Bordallo, Toni Ruano y C. francés, en mayo de 2014.
Llegamos un poco tarde al aparcamiento del helipuerto del Puig Campana, no hay nadie, parece que somos los únicos que se les ha ocurrido venir hoy a escalar. Arreglamos material y sobre las 8:45 iniciamos la aproximación hasta la pared. La temperatura es relativamente agradable pero la humedad la hace un tanto bochornosa y en la subida final a la pared vamos empapados y chorreando sudor.
Vamos bromeando como siempre, explicándo y dando premisas de atención y observación de las diferencias entre la escalada clasica y la deportiva, para ir metiendo en ambiente a Beto, de momento le hemos endosado las 2 cuerdas.
Pasamos por debajo del estético y majestuoso espolón de Finestrat y muro contiguo que forma la mole oeste de la impresionante arista de la Aristóteles - Pepsi, toda la pared está solitaria. Pasamos por debajo de la fisura Neolítica y a continuación comenzamos la trepada de acceso al primer contrafuerte. Para ganar tiempo, continuamos por las herbosas canales y cortos tramos de trepada por donde discurre el tramo inicial de la Montesinos, hasta que llegamos a la gran campa de la oeste, que ascendemos a buen ritmo atravesándola en diagonal hasta llegar a pie de vía bajo la gran canal que forma un angosto y vertical barranco entre las inmensas moles de las torres de la vertiente oeste del Puig Campana. De aquí parten varias vías, como la Pandemónium, la Cholita y la Niño bravo. La Matar o morir, se introduce por la canal, buscando la roca más franca en el lado derecho de la canal, para llegar a la torre del fondo, por donde inicialmente traza un atípico recorrido aparentemente poco lógico, pero que se justifica con los sistemas de fisuras superiores, que ofrecen la escalada más tapiera, técnica y de calidad, de todo el trazado.
Todo este vasto y vertical entorno de afiladas agujas, torres y crestas, de formas y volúmenes caprichosos y desgarrados, apenas separados en su base por verticales barrancos, me hace contrastar una cierta similitud con la reciente experiencia en el Galayar en la sierra de Gredos, aunque aquí me resulta el ambiente más salvaje y variado, combinando espesas y angostas apreturas, con jardines colgantes, vistas al mar, y una roca muy variable y de complicada navegación, asediada por una agobiante presión demográfica y urbanística.
Aprovechando la presencia de Beto, hacemos reparto de largos José Manuel y yo, y con la escusa de que tiene 8b y de que aquí la dificultad máxima es en la que él calienta para escalar en deportiva le asignamos los más duros. Beto no objeta y se muestra confiado, aparentemente esto le parece una excursión y poco más.
Hasta aquí, la escalada ha sido bastante anodina, sin nada que destacar aparte de la sensación de estar ascendiendo un impresionante barranco con mucha vegetación y roca mediocre. Aunque aún así, el ambiente impresiona y la sensación de aventura es total. Vamos muy tranquilos, se han hecho las 16:00 y aún nos queda todo el tomate, lo anterior era sólo la lechuga de esta brutal ensalada de roca y finas hierbas donde abunda y destaca la ruda, que por suerte ya está bastante mustia.
Desde donde estamos nos llama la atención varios bolts muy distanciados entre ellos, que vemos entre la espesura de la canal, en la pared del otro lado de la misma, aparentemente no tienen continuidad hacia arriba, es como si fueran por la pared bordeando la canal y además se ven muy nuevas las chapas. Luego veriamos desde la 8ª reunión, otro bolt solitario en esa pared, justo enfrente, colocado en una placa naranja inverosímil, ya que las fisuras próximas son ciegas y para acceder por debajo o por cualquier lado o seguir alguna dirección desde ese punto la autoprotección es practicamente imposible. Tampoco se ven señales de picadas de clavos u otros, nos resultan muy curiosos esos bolts dispersos en medio de la nada.
Comienza saliendo por el lado derecho del cómodo nicho donde estamos, tomando distantes pero buenos cantos de buena roca que ha mejorado en calidad y adherencia notablemente respecto a los largos anteriores. Lo perdemos de vista de inmediato, pero lo oímos hacer algún comentario sobre cantos tipo laja, uno de los cuales se le rompe pero logra mantenerse con el pulgar en el resto del borde que ha quedado y todo queda en un susto. Conforme asciende, los comentarios van adquiriendo un tono más serio y empiezan a predominar las interjecciones y alguna declamación con mucha vehemencia y poca retórica, tales cómo: - ¡ostras!, esto es fino de cojones... o algo parecido a: - ¡joder...! la siguiente chapa está a cá dios!. En esta tesitura, José y yo lo vamos animando, diciéndole que cómo no encadene le toca pagar el aperitivo con bocadillo incluido. Beto va perdiendo velocidad conforme llega al paso clave, en este punto lo oímos de forma confusa, cómo si hablara para si. Parece que le resulta difícil de resolver y tras varios intentos acaba frito descansando de la cinta. Hace varios intentos infructuosos y mientras tanto la tarde se va llendo, tras un breve cambio de impresiones a voces, José lo descuelga hasta la reunión y yo me equipo tras un arreglo de cuerdas.
Salgo con la carica de ratón sin mirar a mis compañeros y no darles pena, pero cómo voy con la cuerda por arriba pasada por el último seguro al que ha llegado Beto, eso me inspira cierto ánimo, cuando empiezo a subir por el filo de la cueva y empiezo a coger distantes pero buenos cantos me voy animando más, es duro pero de tanto en tanto un buen canto y buenos apoyos para pies me dejan respirar, no obstante no puedo evitar exclamar repetidas veces que me recuperen y que me tensen la cuerda. Cuando llego al último seguro, hecho un vistazo y sin pensarlo me cuelgo de la cinta para estudiar el tema y darme un buen reposo. Aquí hay un paso de lectura difícil que confunde un poco y está más liso que el mármol hasta llegar a un tenue diedro ciego de romos tacos y escaso borde lateral. A gritos, Beto me indica unos cantos a la derecha que él ha tocado, lo intento por ahí pero me quedo cruzado en una postura imposible que me hace recular a la cinta. Busco y veo una primera gota de agua donde inserto un gancho, acero del mismo y me levanto para tocar algunos rebordes malos y una pequeña pestañita en el inicio del diedro ciego, parece útil pero falta algo para elevarse y hacer este canto escasamente bueno, mirando descubro por debajo un hueco romo muy a mi izquierda que me permite meter la punta del pie izquierdo y estabilizarme lo suficiente cómo para tirar acerando de la uña y cogiendo la pequeña pestaña para poder soltar la úña y llegar a una buena regleta de gotas de agua donde junto manos y retrepo patinando hasta coger el borde lateral del diedro y subir el pie izquierdo a mi mano izquierda que aún tengo en la regleta, reboto esta mano a otra regleta muy buena un poco más arriba a la izquierda y consigo enderezarme y subir también el pie derecho junto al izquierdo y plantarme debajo del siguiente bolt. Aquí un resquicio de fisura invertida me permite colocar un estimulante totem amarillo que me hace expirar en profundidad y vaciar la carbonilla que ya me estaba axfisiando. Me subo a la otra regleta usando los bordes del exiguo diedro y consigo llegar al bolt, del que me vuelvo a colgar para tranquilizarme y bajar las bombonas inflamadas que tengo cómo antebrazos. Tras unos cortos minutos salgo en libre con pasos aún muy duros, pero con mejores pies que abajo, con largas remadas voy subiendo adaptando los abdominales a los relieves de la roca tal culebrilla trepadora y cuando me quiero dar cuenta ya estoy fuera del placón, exultante y parlanchín cómo un periquito. Sigo por terreno fácil, pasando una insinuante encina que se presta a reunión, pero continúo un poco más por una serie de fisurados bloques hasta que veo la cómoda reunión sobre ellos.
Cuando suben mis compañeros les indico un poco los pasos y Beto resuelve sin problema pero no sin esfuerzo el paso, le había faltado descubrir el pie izquierdo en el romo agujero salvador para poder llegar a las regletas de gotas y se había fundido probando por la derecha. José se emplea a fondo gancheando y con un estribo y tras un buen rato de interjecciones y bufidos llegan a la reunión.
Salgo recto de la reunión, por una fisura seudo-diedro que desploma ligeramente, tras forcejear y pasar este atlético tramo continúo la perfecta fisura que sigue hacia la izquierda, en seguida esta se planta y queda entre lisas placas con ligero abombe, al final voy resolviendo con empotramiento de puño, hombro y una salvaje bavaresa en adherencia hasta situarme bajo la desplomada, oblicua y ancha fisura siguiente, aquí grapo en un bolt y veo que cómo no pueda meter nada en el fisurón tengo un sartenazo del 15 sobre los bloques en lo que me he subido. Me preparo artillería y salgo con arrojo de pirata con el cuchillo en la boca, no me queda otra, "Matar o morir", ahora veo el nombre. Aprovecho lo más fino de la fisura para colocar artillería menor y no gastar los gordos, previendo un brutal fisureo con un gran cañonazo. Llego al fisurón de canto semi-invertido plano y algo romo, torsionando el cuerpo y el alma, voy dando patadas en la lisa placa de la derecha cómo pretendiendo clavar el pié para obtener la preciada adherencia, a mitad del fisurón, me quedo en brutal oposición y meto el friend del 3,5 que llevo, de primeras se queda ladeado y con dos levas abiertas, la fisura es bastante ancha para este friend, lo ideal hubiera sido un 4, al final moviéndolo consigo ver las levas más o menos con cierta simetría aunque para mi gusto demasiado abiertas, pero es lo que hay y aquí no aguanto un segundo más, sigo en bestial bavaresa desplomada hasta subir los pies sobre una exigua bandeja de adherencia y enderezarme para tomar aire. Aún me queda un corto paso para llegar al siguiente seguro fijo, no me lo pienso y sigo en bavaresa con pies en adherencia, pero ya fuera de la zona desplomada, llego al bolt y me cuelgo con los brazos entumecidos. Tras espolsar brazos y recuperar el aliento y la circulación, sigo por la fisura, aún queda algún pasete tonto antes de llegar al final de este sistema de adosadas lajas que forma este impresionante espolón fisurado, sobre el cual está la cómoda reunión.
Llegan mis compañeros, con caras de cansancio y colorados del esfuerzo obligado de estos últimos largos.
José Manuel conoce otra ruta de descenso más directa al Carreró, aunque con un rápel. Decidimos ir por esta ruta, para llegar lo antes posible a terreno seguro, aunque sea en la parte superior de la penosa pedrera del Carreró. Me consta que hay un sistema de rápel que desciende desde el Portell hacia la cara oeste y por unas zetas entre las campas de los contrafuertes se alcanza el sendero de acceso al Coll de Pouet, pero lo descartamos por que no son horas de ponerse a buscar ni investigar.
Pasamos el Portell y seguimos una serie de hitos que nos van conduciendo para evitar los resaltes rocosos por algunos cortos destrepes, con varias zetas, vamos descendiendo hasta que en un punto con vista al Carreró, distinguimos en la penumbra un arbolito de porte singular, una acacia, que José Manuel tenía cómo referencia de la ubicación del rápel. Descendemos entre los resaltes hasta que llegamos al rápel, que está debajo y a un lado de la acacia. Después del rápel continuamos por terreno muy pisado entre un bosquete de carrascas hasta que salimos al Carreró. Aquí comienza el tedioso descenso sobre piedra suelta y fija a la vez con empinados tramos de tierra, estamos en lo más alto de este gran corredor, un poco más abajo del collado del Bancal del Moro. Se hace eterno y al final voy buscando las zonas de roca suelta donde poder deslizarme y bajar más rápido. Tras algunos traspiés y alguna culada llego al final del Carreró, empapado en sudor como cuando subimos la aproximación a la pared oeste. Busco un sitio cómodo y me siento a esperar a mis compañeros que bajan con mucha precaución muy leentameeeente. Despues todos juntos descendemos por el sendero del kilómetro vertical hasta el puente junto a la Font del Moli. De aquí, José decide ir él sólo a por el coche que está en la curva del helipuerto de emergencia, mientras nosotros lo esperamos.
Bajamos al pueblo, la calle principal está abarrotada de gente, aunque la mayoría de bares están cerrando y no nos quieren servir, al final conseguimos sentarnos en una terraza, donde por lo menos, si nos ponen una frescas jarras de cerveza, y Beto se va a un puesto de feriantes y nos trae patatas y gusanitos. Al final han sido unas 16 horas de actividad NON STOP, parece inaúdito tanto tiempo, pero apenas hemos parado.
La vía Matar o morir es diferente a los trazados más concurridos de la oeste del Puig Campana, la parte inicial desde la canal hasta la siguiente canal, tiene el corte clásico y vetusto de los trazados históricos de los primeros ascensos, con mucho ambiente entre los angostos estrechos y barrancos entre las inmensas torres y muros, y tupidos de agresiva vegetación en defensa de su territorio natural. La segunda parte desde la canal superior hasta el final en la cresta, es de corte mucho más deportivo combinando con escalada clásica muy tapiera y con tramos de cierto compromiso.
Beto no puede comparar por que es su estreno en pared y en cacharreo, vaya estreno, no se esperaba esta actividad ni por asomo, pero fué él quien propuso el Puig Campana. Es una vía peculiar que da la impresión de haber sido diseñada y trazada para alcanzar exclusivamente el sistema de fisuras del penúltimo largo. No obstante nos ha parecido un viote con mucho más tute de lo que aparenta en sus poco más de 450 metros de recorrido, ojito, hay que llegar y después hacerla, y su caracter va "in crescendo" a medida que subimos.
Muy Recomendable para los que gustan de ambientazo salvaje y escalada de dificultad en terreno de aventura.