20 de agosto del 2022
Vía: Matar o Morir, 7a (6b+/A2) 450m.
1er ascenso por: Miguel Ángel Benito, y colaboradores: Estebán, M. Martínez, Roque Bordallo, Toni Ruano y C. francés, en mayo de 2014.
Llegamos un poco tarde al aparcamiento del helipuerto del Puig Campana, no hay nadie, parece que somos los únicos que se les ha ocurrido venir hoy a escalar. Arreglamos material y sobre las 8:45 iniciamos la aproximación hasta la pared. La temperatura es relativamente agradable pero la humedad la hace un tanto bochornosa y en la subida final a la pared vamos empapados y chorreando sudor.
Vamos bromeando como siempre, explicándo y dando premisas de atención y observación de las diferencias entre la escalada clasica y la deportiva, para ir metiendo en ambiente a Beto, de momento le hemos endosado las 2 cuerdas.
Pasamos por debajo del estético y majestuoso espolón de Finestrat y muro contiguo que forma la mole oeste de la impresionante arista de la Aristóteles - Pepsi, toda la pared está solitaria. Pasamos por debajo de la fisura Neolítica y a continuación comenzamos la trepada de acceso al primer contrafuerte. Para ganar tiempo, continuamos por las herbosas canales y cortos tramos de trepada por donde discurre el tramo inicial de la Montesinos, hasta que llegamos a la gran campa de la oeste, que ascendemos a buen ritmo atravesándola en diagonal hasta llegar a pie de vía bajo la gran canal que forma un angosto y vertical barranco entre las inmensas moles de las torres de la vertiente oeste del Puig Campana. De aquí parten varias vías, como la Pandemónium, la Cholita y la Niño bravo. La Matar o morir, se introduce por la canal, buscando la roca más franca en el lado derecho de la canal, para llegar a la torre del fondo, por donde inicialmente traza un atípico recorrido aparentemente poco lógico, pero que se justifica con los sistemas de fisuras superiores, que ofrecen la escalada más tapiera, técnica y de calidad, de todo el trazado.
Todo este vasto y vertical entorno de afiladas agujas, torres y crestas, de formas y volúmenes caprichosos y desgarrados, apenas separados en su base por verticales barrancos, me hace contrastar una cierta similitud con la reciente experiencia en el Galayar en la sierra de Gredos, aunque aquí me resulta el ambiente más salvaje y variado, combinando espesas y angostas apreturas, con jardines colgantes, vistas al mar, y una roca muy variable y de complicada navegación, asediada por una agobiante presión demográfica y urbanística.
Aprovechando la presencia de Beto, hacemos reparto de largos José Manuel y yo, y con la escusa de que tiene 8b y de que aquí la dificultad máxima es en la que él calienta para escalar en deportiva le asignamos los más duros. Beto no objeta y se muestra confiado, aparentemente esto le parece una excursión y poco más.
Hasta aquí, la escalada ha sido bastante anodina, sin nada que destacar aparte de la sensación de estar ascendiendo un impresionante barranco con mucha vegetación y roca mediocre. Aunque aún así, el ambiente impresiona y la sensación de aventura es total. Vamos muy tranquilos, se han hecho las 16:00 y aún nos queda todo el tomate, lo anterior era sólo la lechuga de esta brutal ensalada de roca y finas hierbas donde abunda y destaca la ruda, que por suerte ya está bastante mustia.
Desde donde estamos nos llama la atención varios bolts muy distanciados entre ellos, que vemos entre la espesura de la canal, en la pared del otro lado de la misma, aparentemente no tienen continuidad hacia arriba, es como si fueran por la pared bordeando la canal y además se ven muy nuevas las chapas. Luego veriamos desde la 8ª reunión, otro bolt solitario en esa pared, justo enfrente, colocado en una placa naranja inverosímil, ya que las fisuras próximas son ciegas y para acceder por debajo o por cualquier lado o seguir alguna dirección desde ese punto la autoprotección es practicamente imposible. Tampoco se ven señales de picadas de clavos u otros, nos resultan muy curiosos esos bolts dispersos en medio de la nada.
Comienza saliendo por el lado derecho del cómodo nicho donde estamos, tomando distantes pero buenos cantos de buena roca que ha mejorado en calidad y adherencia notablemente respecto a los largos anteriores. Lo perdemos de vista de inmediato, pero lo oímos hacer algún comentario sobre cantos tipo laja, uno de los cuales se le rompe pero logra mantenerse con el pulgar en el resto del borde que ha quedado y todo queda en un susto. Conforme asciende, los comentarios van adquiriendo un tono más serio y empiezan a predominar las interjecciones y alguna declamación con mucha vehemencia y poca retórica, tales cómo: - ¡ostras!, esto es fino de cojones... o algo parecido a: - ¡joder...! la siguiente chapa está a cá dios!. En esta tesitura, José y yo lo vamos animando, diciéndole que cómo no encadene le toca pagar el aperitivo con bocadillo incluido. Beto va perdiendo velocidad conforme llega al paso clave, en este punto lo oímos de forma confusa, cómo si hablara para si. Parece que le resulta difícil de resolver y tras varios intentos acaba frito descansando de la cinta. Hace varios intentos infructuosos y mientras tanto la tarde se va llendo, tras un breve cambio de impresiones a voces, José lo descuelga hasta la reunión y yo me equipo tras un arreglo de cuerdas.
Salgo con la carica de ratón sin mirar a mis compañeros y no darles pena, pero cómo voy con la cuerda por arriba pasada por el último seguro al que ha llegado Beto, eso me inspira cierto ánimo, cuando empiezo a subir por el filo de la cueva y empiezo a coger distantes pero buenos cantos me voy animando más, es duro pero de tanto en tanto un buen canto y buenos apoyos para pies me dejan respirar, no obstante no puedo evitar exclamar repetidas veces que me recuperen y que me tensen la cuerda. Cuando llego al último seguro, hecho un vistazo y sin pensarlo me cuelgo de la cinta para estudiar el tema y darme un buen reposo. Aquí hay un paso de lectura difícil que confunde un poco y está más liso que el mármol hasta llegar a un tenue diedro ciego de romos tacos y escaso borde lateral. A gritos, Beto me indica unos cantos a la derecha que él ha tocado, lo intento por ahí pero me quedo cruzado en una postura imposible que me hace recular a la cinta. Busco y veo una primera gota de agua donde inserto un gancho, acero del mismo y me levanto para tocar algunos rebordes malos y una pequeña pestañita en el inicio del diedro ciego, parece útil pero falta algo para elevarse y hacer este canto escasamente bueno, mirando descubro por debajo un hueco romo muy a mi izquierda que me permite meter la punta del pie izquierdo y estabilizarme lo suficiente cómo para tirar acerando de la uña y cogiendo la pequeña pestaña para poder soltar la úña y llegar a una buena regleta de gotas de agua donde junto manos y retrepo patinando hasta coger el borde lateral del diedro y subir el pie izquierdo a mi mano izquierda que aún tengo en la regleta, reboto esta mano a otra regleta muy buena un poco más arriba a la izquierda y consigo enderezarme y subir también el pie derecho junto al izquierdo y plantarme debajo del siguiente bolt. Aquí un resquicio de fisura invertida me permite colocar un estimulante totem amarillo que me hace expirar en profundidad y vaciar la carbonilla que ya me estaba axfisiando. Me subo a la otra regleta usando los bordes del exiguo diedro y consigo llegar al bolt, del que me vuelvo a colgar para tranquilizarme y bajar las bombonas inflamadas que tengo cómo antebrazos. Tras unos cortos minutos salgo en libre con pasos aún muy duros, pero con mejores pies que abajo, con largas remadas voy subiendo adaptando los abdominales a los relieves de la roca tal culebrilla trepadora y cuando me quiero dar cuenta ya estoy fuera del placón, exultante y parlanchín cómo un periquito. Sigo por terreno fácil, pasando una insinuante encina que se presta a reunión, pero continúo un poco más por una serie de fisurados bloques hasta que veo la cómoda reunión sobre ellos.
Cuando suben mis compañeros les indico un poco los pasos y Beto resuelve sin problema pero no sin esfuerzo el paso, le había faltado descubrir el pie izquierdo en el romo agujero salvador para poder llegar a las regletas de gotas y se había fundido probando por la derecha. José se emplea a fondo gancheando y con un estribo y tras un buen rato de interjecciones y bufidos llegan a la reunión.
Salgo recto de la reunión, por una fisura seudo-diedro que desploma ligeramente, tras forcejear y pasar este atlético tramo continúo la perfecta fisura que sigue hacia la izquierda, en seguida esta se planta y queda entre lisas placas con ligero abombe, al final voy resolviendo con empotramiento de puño, hombro y una salvaje bavaresa en adherencia hasta situarme bajo la desplomada, oblicua y ancha fisura siguiente, aquí grapo en un bolt y veo que cómo no pueda meter nada en el fisurón tengo un sartenazo del 15 sobre los bloques en lo que me he subido. Me preparo artillería y salgo con arrojo de pirata con el cuchillo en la boca, no me queda otra, "Matar o morir", ahora veo el nombre. Aprovecho lo más fino de la fisura para colocar artillería menor y no gastar los gordos, previendo un brutal fisureo con un gran cañonazo. Llego al fisurón de canto semi-invertido plano y algo romo, torsionando el cuerpo y el alma, voy dando patadas en la lisa placa de la derecha cómo pretendiendo clavar el pié para obtener la preciada adherencia, a mitad del fisurón, me quedo en brutal oposición y meto el friend del 3,5 que llevo, de primeras se queda ladeado y con dos levas abiertas, la fisura es bastante ancha para este friend, lo ideal hubiera sido un 4, al final moviéndolo consigo ver las levas más o menos con cierta simetría aunque para mi gusto demasiado abiertas, pero es lo que hay y aquí no aguanto un segundo más, sigo en bestial bavaresa desplomada hasta subir los pies sobre una exigua bandeja de adherencia y enderezarme para tomar aire. Aún me queda un corto paso para llegar al siguiente seguro fijo, no me lo pienso y sigo en bavaresa con pies en adherencia, pero ya fuera de la zona desplomada, llego al bolt y me cuelgo con los brazos entumecidos. Tras espolsar brazos y recuperar el aliento y la circulación, sigo por la fisura, aún queda algún pasete tonto antes de llegar al final de este sistema de adosadas lajas que forma este impresionante espolón fisurado, sobre el cual está la cómoda reunión.
Llegan mis compañeros, con caras de cansancio y colorados del esfuerzo obligado de estos últimos largos.
José Manuel conoce otra ruta de descenso más directa al Carreró, aunque con un rápel. Decidimos ir por esta ruta, para llegar lo antes posible a terreno seguro, aunque sea en la parte superior de la penosa pedrera del Carreró. Me consta que hay un sistema de rápel que desciende desde el Portell hacia la cara oeste y por unas zetas entre las campas de los contrafuertes se alcanza el sendero de acceso al Coll de Pouet, pero lo descartamos por que no son horas de ponerse a buscar ni investigar.
Pasamos el Portell y seguimos una serie de hitos que nos van conduciendo para evitar los resaltes rocosos por algunos cortos destrepes, con varias zetas, vamos descendiendo hasta que en un punto con vista al Carreró, distinguimos en la penumbra un arbolito de porte singular, una acacia, que José Manuel tenía cómo referencia de la ubicación del rápel. Descendemos entre los resaltes hasta que llegamos al rápel, que está debajo y a un lado de la acacia. Después del rápel continuamos por terreno muy pisado entre un bosquete de carrascas hasta que salimos al Carreró. Aquí comienza el tedioso descenso sobre piedra suelta y fija a la vez con empinados tramos de tierra, estamos en lo más alto de este gran corredor, un poco más abajo del collado del Bancal del Moro. Se hace eterno y al final voy buscando las zonas de roca suelta donde poder deslizarme y bajar más rápido. Tras algunos traspiés y alguna culada llego al final del Carreró, empapado en sudor como cuando subimos la aproximación a la pared oeste. Busco un sitio cómodo y me siento a esperar a mis compañeros que bajan con mucha precaución muy leentameeeente. Despues todos juntos descendemos por el sendero del kilómetro vertical hasta el puente junto a la Font del Moli. De aquí, José decide ir él sólo a por el coche que está en la curva del helipuerto de emergencia, mientras nosotros lo esperamos.
Bajamos al pueblo, la calle principal está abarrotada de gente, aunque la mayoría de bares están cerrando y no nos quieren servir, al final conseguimos sentarnos en una terraza, donde por lo menos, si nos ponen una frescas jarras de cerveza, y Beto se va a un puesto de feriantes y nos trae patatas y gusanitos. Al final han sido unas 16 horas de actividad NON STOP, parece inaúdito tanto tiempo, pero apenas hemos parado.
La vía Matar o morir es diferente a los trazados más concurridos de la oeste del Puig Campana, la parte inicial desde la canal hasta la siguiente canal, tiene el corte clásico y vetusto de los trazados históricos de los primeros ascensos, con mucho ambiente entre los angostos estrechos y barrancos entre las inmensas torres y muros, y tupidos de agresiva vegetación en defensa de su territorio natural. La segunda parte desde la canal superior hasta el final en la cresta, es de corte mucho más deportivo combinando con escalada clásica muy tapiera y con tramos de cierto compromiso.
Beto no puede comparar por que es su estreno en pared y en cacharreo, vaya estreno, no se esperaba esta actividad ni por asomo, pero fué él quien propuso el Puig Campana. Es una vía peculiar que da la impresión de haber sido diseñada y trazada para alcanzar exclusivamente el sistema de fisuras del penúltimo largo. No obstante nos ha parecido un viote con mucho más tute de lo que aparenta en sus poco más de 450 metros de recorrido, ojito, hay que llegar y después hacerla, y su caracter va "in crescendo" a medida que subimos.
Muy Recomendable para los que gustan de ambientazo salvaje y escalada de dificultad en terreno de aventura.
Una pasada , me ha encantado .
ResponderEliminarEnhorabuena a los tres!!👏👏
Menuda pechada!!! Enhorabuena!!! Me ha gustado la narracion. En el bautismo de Beto en clasica se puede ver la diferencia de estilos en la escalada. En pocas ocasiones te puedes tomar una birra tan agusto. Bravo!!!
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